El Garrofer (Archivo) – Ayamonte
EL DELANTERO de la Selección Española de Fútbol, David Villa, consigue marcar un gol cada vez que un señor llamado Isaías de Mier tose. "No tiene nada que ver con la inteligencia, ni con la intuición, simplemente es así y punto", intuye el perspicaz don nadie.
"Empecé a sospechar de una posible relación causa-efecto allá por el 2006, durante un partido amistoso contra Costa de Marfil", dice este jardinero del ayuntamiento de Ayamonte, Huelva. "Era toser y, ¡riasca!, gol de Villa".
"Si lo fuerzas no sale", dice De Mier, separado y padre de un niño de nueve años con el que sale a coger caracoles en domingos alternos. “Cuando toca partido de la selección su madre me deja al Chencho para verlo juntos en casa, y si las cosas se ponen un poco cuesta arriba me dice el chiquillo, ‘¡Tose, Isaías!’, pero claro hacerlo así no tiene ninguna lógica”.
Según Isaías hay alguna que otra excepción a esta regla de oro. “En un partido contra Bosnia, cuando El Guaje estaba a punto de tirar un penalti, no tosí en absoluto y me dije ‘éste lo falla’, y falló", recuerda. "Sin embargo, a los pocos minutos marcó un golazo sin que el fenómeno de la tos hiciera acto de presencia”.
“Cada vez que mi tos no se traduce en un tanto de Villa el chiquillo me lo echa en cara”, relata Isaías con un gesto de resignación, aunque no oculta su deseo de que el muchacho haya heredado sus poderes.
"Un día Chencho tosió al comienzo de un partido y a los diecisiete minutos de la segunda parte Villa marcó un golazo contra Polonia", comenta. "Aún es pronto para sacar conclusiones pero quizá signifique algo".
