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13 de junio de 2011

Dio el pésame a la familia Delibes un día antes de la muerte del escritor porque «tenía mucha prisa»

señora

Gulliver Espronceda - Arévalo

NURIA AMEZCUA de 63 años y residente en Valladolid, dio el pésame en persona a la familia de Miguel Delibes un día antes de su muerte, porque tenía que marcharse de viaje y le venía mal esperar. "Tenía mucha prisa", dijo Nuria. "Si me hubiera quedado un día más tendría que haber retrasado mi viaje y Renfe sólo te devuelve el 85 por ciento del billete."

“Leí en el periódico que le quedaban horas de vida, pero mi AVE a Madrid salía a las cuatro y veinte y no me iba a dar tiempo”, dice esta autodeclarada “incondicional” del laureado escritor. “Así que aproveché que tenía que ir a la confitería, que está justo al lado de la casa [de los Delibes], y me acerqué a darles mi pésame”.

“Había mucha gente, como es natural”, comenta Nuria, que se presentó en la puerta del último superviviente de la Generación del 36 con su paquete de la Confitería Sugar. “Fíjate, se pensaron que era para ellos”.

Nuria entró en la casa y tras dar el prematuro pésame a los hijos, nietos y bisnietos del gran cronista cinegético español, les preguntó si Don Miguel estaría de humor para dedicarle un ejemplar de Las perdices del domingo que portaba consigo.

“Les dije que bastaba con una firma, sin dedicatoria ni nada”, comenta telefónicamente desde Madrid. “Pero claro, es que estaba fatal el pobre”.